Y muere uno de los últimos dirigentes cubanos de la Revolución. De lejos se escucha, entre los anuncios publicitarios y el ruido de la producción en masa el grito de Juan Almeida: "¡Aquí no se rinde nadie, cojones!". De vez en cuando uno que otro escucha el eco, casi descontextualizado de una lucha pasada que se entremezcla con las imágenes de las cabezas de los niños, quienes cada día creen más que Che es la imagen de sus poleras, o el simpático Homero S. de "Cerveza o Muerte".
Es que los tiempos quizá ya no estén para revoluciones, y solo nos quede la opción del formulario para generar uno que otro cambio, o la nueva "causes" que nos llega por facebook.
Del mismo modo y, con la misma fuerza que gritó el guerrillero ya fallecido, el capitalismo calmó los corazones, y durmió las manos, las mentes ardientes de cambio prefirieron el sillón redondo: ese mismo sillón redonde que reflexionaba el personaje de Benedetti, el cual percibía que su novia, la actriz, con ese sillón tan cómodo y esas cosas tan lindas jamás actuaría en contra de la tiranía, pues con tanta cosa era dificil moverse y sin duda que el sillón era cómodo, no daban ganas de hacer otra cosa más que quedarse así.
No queda más que despedirse del guerrillero, despedirse y otorgarle un último regalo a este hombre y no por ser él, sino por lo que representó y representa: Mientras menos cojones queden - Y ovarios, sin duda, pues en esa frase faltó recordar a las mujeres luchadores de esa época y las actuales -con más fuerza lucharemos por cambiar las cosas. En Chile hoy se aprueba la televisión digital japonesa, para que así más cabecitas se duerman y más personas crean que la revolución es tan solo una buena película de Benicio del Toro, o quizá un Vodka o una marca de automóviles. Que fidel es el representante de Adidas en cuba y que el muro de Berlín tan solo calló (jamás se construyó).
Un bolero alegre de candor revolucionario abrazará cada corazón de quien quiere cambiar las cosas, de quien considera que aunque el mundo cada día se oscurezca más, siempre está la posibilidad de cambiar, de construir, de crecer.
Un saludo a todos quienes luchan constantemente, desde la trinchera que sea, y así logran ser de esos pocos cojones - y ya lo dije: ovarios - que quedan.
Es que los tiempos quizá ya no estén para revoluciones, y solo nos quede la opción del formulario para generar uno que otro cambio, o la nueva "causes" que nos llega por facebook.
Del mismo modo y, con la misma fuerza que gritó el guerrillero ya fallecido, el capitalismo calmó los corazones, y durmió las manos, las mentes ardientes de cambio prefirieron el sillón redondo: ese mismo sillón redonde que reflexionaba el personaje de Benedetti, el cual percibía que su novia, la actriz, con ese sillón tan cómodo y esas cosas tan lindas jamás actuaría en contra de la tiranía, pues con tanta cosa era dificil moverse y sin duda que el sillón era cómodo, no daban ganas de hacer otra cosa más que quedarse así.
No queda más que despedirse del guerrillero, despedirse y otorgarle un último regalo a este hombre y no por ser él, sino por lo que representó y representa: Mientras menos cojones queden - Y ovarios, sin duda, pues en esa frase faltó recordar a las mujeres luchadores de esa época y las actuales -con más fuerza lucharemos por cambiar las cosas. En Chile hoy se aprueba la televisión digital japonesa, para que así más cabecitas se duerman y más personas crean que la revolución es tan solo una buena película de Benicio del Toro, o quizá un Vodka o una marca de automóviles. Que fidel es el representante de Adidas en cuba y que el muro de Berlín tan solo calló (jamás se construyó).
Un bolero alegre de candor revolucionario abrazará cada corazón de quien quiere cambiar las cosas, de quien considera que aunque el mundo cada día se oscurezca más, siempre está la posibilidad de cambiar, de construir, de crecer.
Un saludo a todos quienes luchan constantemente, desde la trinchera que sea, y así logran ser de esos pocos cojones - y ya lo dije: ovarios - que quedan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario