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Jesús el Cristo, o sea el Ungido de Dios para salvar al mundo, es uno de los personajes más influyentes en el mundo, sin embargo es uno de los menos conocidos. El modelo de Vida Jesús se puede entender desde un nacimiento en un pesebre y una muerte en una cruz, mayor castigo dentro del Imperio más poderoso del mundo antiguo. La figura de Jesús como uno que vino hablar no de aquello que hace el Hombre para llegar a Dios o sea, religión, sino a contar al hombre lo que hace Dios para llegar al hombre, un ejemplo es él mismo, un enviado para la salvación. Muchos esperaron de él un líder revolucionario que libertaría al pueblo de Israel, esperaban al gran Mesías. Se encontraron con un carpintero que recorrió cuanto lugar pudo, sin tener donde dormir, sin tener dinero para pagar impuestos, pero pagándolo, con uno que se acercó a prostitutas, ladrones, enfermos, autoridades políticas y religiosas, niños, mujeres y dio un hermoso sermón sobre los “samaritanos” los cuales eran visto por los judíos como impuros. Que visión tan grande (aun cuando es tan resumida). Si hoy viniera Cristo, claramente rompería los esquemas de todos, sin embargo sería un perdedor, perdedor sería para “Los creyentes de nuestros tiempos”,ellos verían a un hombre de unos 30 años, que siendo culto (Maestro de escritura) impartiría su conocimiento sin cobrar nada, sin tener casa, medios mínimos de comodidad, soltero y viviendo por la fe en Dios, un ideal que no se ve, que no encaja en tiempo y espacio. Sería para ellos un gran perdedor, el cual no aprovechó las herramientas y no tuvo consigo los símbolos de prosperidad que puede alcanzar un Hombre. Por el contrario para los “Los No creyentes de nuestros tiempos” o aquellos que gustan del nombre de “revolucionarios”, Jesús les aparecería como un iluso que con una vida y palabras que desprecian el mundo material, no lucha por tener más pues no lo concibe como acto liberador. Verían a uno que sabiendo que los cambios parten de los individuos y de aquel que profesa, entregó su vida, renunciando a todo y entregándose a
De una u otra forma, quizás terminaríamos entregándolo a un manicomio, lo veríamos como a un mendigo, lo mataríamos al no entenderlo ni querer emprender el desafío de entrega que el nos mostraría, por el cual la santidad no es de algunos santurrones, sino aquella presencia de Dios que es el Amor en el hombre y por el cual este no vive sino es hacia el prójimo, es mundo de la comunión y no de mensajes “romanticotes”, sino de práctica, de entrega sin nada a cambio.
Óscar Guerra G.
1 comentario:
Los creyentes de nuestros tiempos”,ellos verían a un hombre de unos 30 años, que siendo culto
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