Este es el mes de Chile, todo el país está pensando en la carne que va a comprar, en los kilos que podría subir; los más acomodados piensan en vacaciones en el extranjero, los más pobres en la chicha que comprarán en las fondas de la ciudad. Los políticos aprueban un día festivo más para que la celebración y el disfrute sean totales, doscientos años no se cumplen todos los días. Sin embargo, poco y nada hemos hablado de una fecha que se nos aproxima, una fecha en que el odio, la violencia y la intolerancia se hicieron presentes en gloria y majestad.
Hablamos del 11 de septiembre de 1973; nuestra intención no es repetir lo dicho cada año por distintos colectivos y/o agrupaciones de izquierda, que se quedan en el discurso sobre el pasado y no analizan lo que implica este hecho en el presente y lo que implicará en el futuro. Tampoco está entre nuestros planes sacralizar a ciertas personas, puntualmente nos referimos a la figura de Salvador Allende, quien tuvo gran responsabilidad en los hechos ocurridos en 1973, muestra clara de esto es la carta que los cordones industriales enviaron al “compañero presidente” el día 5 de septiembre del mismo año, advirtiéndole que su actuar llevaría al pueblo a sufrir una dictadura militar fascista, y la inminente masacre obrera que ésta conllevaría, dicho y hecho, el pueblo obrero es sabio, Allende no lo escuchó y lo llevó a la muerte.
Ahora bien, la dictadura militar no sólo trajo consigo persecución y muerte; implicó también la desarticulación de todo el movimiento popular, la efervescencia creadora del pueblo obrero fue aniquilada de raíz, lo peor de todo es que en ese momento el pueblo contaba con el mayor grado de consciencia que se haya visto a lo largo de la historia en Chile, y que vemos muy lejano en nuestros días, tal vez cuánto tiempo deba pasar para volver a adquirirlo, y todo se perdió porque Allende no creyó en el pueblo y el alzamiento ilegítimo de las fuerzas armadas, ambos hechos totalmente evitables.
Además, la llegada violenta de los militares al poder trajo consigo el viraje al capitalismo, y por lo tanto a la privatización, lo que afectó la creación de leyes y políticas públicas que nos afectan hasta el día de hoy. Derechos básicos fueron convertidos en bienes transables en el mercado, ejemplos emblemáticos de esto son la salud (ley de isapres), la educación (LOCE), la vivienda (Estado subsidiario, subordinado a la estabilidad macro-económica).
El régimen capitalista que se instauró en dictadura, sigue haciendo estragos en nuestra sociedad, y se profundiza cada día más. La concesión hospitalaria acecha la salud de nuestro pueblo, esto significa que el sector privado se adjudica o construye un establecimiento hospitalario y vende al Estado o a los cotizantes o usuarios el uso de ese establecimiento, para recuperar el capital y obtener utilidades. En tanto en la educación, el movimiento secundario, que el año 2006 adquirió hasta ribetes de revolucionario, logró el cambio de la ley maldita de Pinochet, sin embargo los cambios establecidos en la nueva ley general de educación (LGE) sólo fueron de forma y no de fondo, dando paso al desgastamiento y la deslegitimación del movimiento estudiantil en la población chilena que pudo haberlos apoyado en algún momento, todo esto debido a la habilidad de los poderosos para usar todo el sistema a su favor, y por lo tanto reproducir el régimen impuesto en dictadura. El caso de la vivienda no se escapa de la privatización, el Estado simplemente subsidiario, se mantiene hasta hoy, y podría decirse que se desentiende totalmente del tema de la vivienda social, esto debido a que en los últimos dos gobiernos de la concertación, se privatizó tanto la construcción de éstas viviendas, como el crédito otorgado a las familias, que proviene desde la banca privada, por lo que los pobladores pasan a ser deudores, ya que los dividendos cobrados se mantienen en el rango del 80% del ingreso total de estas familias.
Es adecuado mencionar el caso de los comuneros mapuche que mantienen más de dos meses de huelga de hambre, y los compañeros anarquistas presos por el Estado, bajo el amparo de una ley creada en el periodo de la dictadura, la maldita ley “antiterrorista”, si se les aplicara a ellos, estarían todos presos. También aludir al caso que viven las personas en Rapa Nui, donde el capital ha caído en territorios ancestrales bajo un convenio con el Estado, ladrón de las tierras de los hermanos de la isla, que hoy luchan por recuperarlas y no se sabe nada al respecto debido al cerco comunicacional que protege a los poderosos.
Por lo tanto, nos parece pertinente decir que la dictadura no se ha acabado, sigue viva desde el 11 de septiembre de 1973, hasta el día de hoy. El pueblo vive en la miseria, los ricos aumentan sus arcas y todo sigue como ellos quieren que siga. El yugo dictatorial sigue aprisionándonos con su mano pesada junto a la mano invisible de su amigo mercado, todo es un bien transable, ya no se habla de derechos, todo se compra y se adquiere, nada es inherente a nuestra condición de persona. La única diferencia es que actualmente el dictador tiene traje y no uniforme.
Valoramos al pueblo que sigue manifestándose, a los trabajadores, a los estudiantes, a los profesores y a toda persona perteneciente al proletariado, ya que creemos que las luchas deben seguir en pie, hasta vencer totalmente. Hacemos el llamado también a tener cuidado con personas e instituciones que dicen estar de nuestro lado, es decir, cuidado con los políticos y sus partidos, sus medios comerciales de comunicación y sus leyes. La lucha del pueblo debe ser autónoma y guiada sólo por la consciencia de éste, por la solidaridad del hermano oprimido, y con toda la fuerza del pueblo en pie de guerra. El llamado es a darse cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor, no estamos bien, nunca lo hemos estado, ya es hora de comenzar a construir el sendero que nos llevará a la victoria final.
Colectivo Malungo. 11 de septiembre de 2010. |
Por otro lado, también los invitamos a leer el nuevo número del periódico El Surco. Muy buen material: http://elsurco.net/home.html
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